
No era cerrado el círculo
ni las nubes poblaban
la lluvia.
No se sabía el cielo
de la luna redonda
ni el cristal deleznable
del agua goteada.
De súbito
tu amor fue la presencia
que me puso decúbito
supino
a contemplar la esfera.
ni las nubes poblaban
la lluvia.
No se sabía el cielo
de la luna redonda
ni el cristal deleznable
del agua goteada.
De súbito
tu amor fue la presencia
que me puso decúbito
supino
a contemplar la esfera.
2 comentarios:
Con la mirada puesta en el cénit
en un dia brillante, así nos pone el amor.
Casi se siente en la espalda el alcolchado del césped y en el pecho la levedad del ser amado.
Un efusivo abrazo
Así es, mi estimado amigo...!
Sólo estando con la persona amada uno repara en las cosas como si nunca antes hubiesen existido.
Siempre un gusto que pases, Samuel.
Abrazos cordiales.
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