lunes, 18 de noviembre de 2013

LAS OLAS (Eneanina o quenina de orden 9)













Si mecen mi bajel las olas
me aduermo sin ningún temor
pues finjo que en su paz me llevan
al mundo do las ninfas viven.
Me siento como Ulises mismo
que, nauta del greciano mar,
a fuerza de vivaz ingenio
sortea peligrosas trampas
y vence desalmados yugos.

Mas quiero que los dulces yugos
me hagan conocer las olas,
aquellos que ni tienden trampas
ni inducen a sufrir temor,
aquellos de sutil ingenio
que mieles en su centro llevan,
aquellos que en el hondo mar
adveran que las ninfas viven
¡y viólas Odiseo mismo!

Quisiera descubrir el mismo
palacio de los tiernos yugos,
allí donde las ninfas viven
y danzan produciendo olas.
Quisiera que el profundo mar
me diese a contemplar sin trampas
las puertas que a los goces llevan,
cruzarlas sin sentir temor
y andar sin precisar ingenio.

De nada servirá el ingenio
allí do el raciocinio mismo
jamás presentirá el temor
envuelto en los arcanos yugos
que a mundo de dulzura llevan.
Allí descubrirá que viven,
–distantes de terrenas trampas
y al celo de las vagas olas–,
¡las hijas del bramante mar!

Con ellas viviré en el mar,
con ellas ni hallará mi ingenio
asunto… ¡Y me uniré a las olas
cuidándolas también yo mismo!
Seré su detector de trampas,
guardián que alejará el temor,
cruzado de la paz que viven,
y al fin me entregaré a los yugos
que al ámbito del gozo llevan.

¡Las ninfas al amor me llevan!
¡Por siempre viviré en el mar!
¡Cautívenme los gratos yugos
que nunca imaginó el ingenio!
¡Al cabo viviré cual viven
los que han por su confín las olas!
Con ellos ni tendré temor,
será un redescubrirme mismo
¡sin dudas ni mentales trampas!

Navego desde joven, trampas
conozco que a lo malo llevan,
conózcolas y bien, lo mismo
diría cual conozco el mar.
Mas éste ni me da el temor
que el hombre y sus malvados yugos.
Me gusta contemplar las olas,
¡mas no el desaprensivo ingenio
de aquellos que dañando viven!

Si sólo por un día viven
la vida sin pensar en trampas,
si sólo el malicioso ingenio
desviaran del carril que llevan
acaso, y al igual que olas,
¡supieran del sosiego mismo!
¡Y acaso de sus negros yugos
se libren como libra el mar
mi esencia de cualquier temor!

Sus aguas no me dan temor
pues créome que en ellas viven
las pruebas del Edén… ¡Oh, mar,
región donde ni existen trampas
ni encuéntranse dañinos yugos!
Por eso ni razón ni ingenio
manténgolos conmigo mismo,
¡y sueño que a su paz me llevan
si mecen mi bajel las olas!