jueves, 8 de octubre de 2009

ENCUENTRO

No se si era la noche o era esa oscuridad
que llaman noche.
No se si era la hora justa en que todos los relojes
concuerdan.
No se si era el momento,
no se si era el lugar,
pero yo estaba allí,
de pie,
contemplando todas las cosas como a través
de todas las cosas,
y,
sabía,
presentía,
que entre todas esas cosas había sólo
una sola cosa que me pertenecía
y no me pertenecía a la vez.
Estaba allí también
y sabía que yo también estaba,
que yo estaba contemplando todas las cosas
como a través de todas las cosas,
que me daba cuenta de su presencia.
Y entonces me tocó
y sentí por mi espalda correrme un sudor frío,
frío y agradable a la vez.
No te asustes, me dijo,
y cuando lo dijo reconocí mi propia voz
como podría reconocerla a través de todas las cosas.
Era mi voz salida de mi propia sombra,
y no era mi sombra sin embargo,
era mi yo que me buscaba,
era mi yo que había dado conmigo
y era conmigo mismo con quien yo daba.






2 comentarios:

Samuel Rego dijo...

Tal y como amenacé en la entrada del martes que viene, heme aquí.
Lo que se dice "Asustarse de su propia sombra".
Poema festivo pero con mucha "miga".
Otro abrazo

estoico dijo...

Samuel, me alegra que hayas "desmigajado" este poema. Entre lo introspectivo y festivo, recibe un profundo abrazo.