Por la tarde, si
paso
por enfrente del
patio de tu casa,
mi camino retraso
y contemplo la rasa
superficie del muro
blanquecino
en donde un corazón
encarnadino
nuestros nombres unió.
Suspirando me quedo
a la par que la
mente retrocedo
al ayer que pasó.
¡Pareciera ilusorio
revivir las
imágenes aquellas!
Nuestro amor,
territorio
que jamás las
estrellas
alumbraron con óptima
fortuna.
Las palabras
trocáronse en laguna
de borrajas total;
las promesas en
humo
y los besos arena
que el empumo
se llevó en su
cristal.
Pero yo te quería
con el alma
entregada enteramente,
para nada veía
que buscabas tu
oriente.
Te juntaste con
alguien que la gloria
te insinuó con
dialéctica suasoria
y dejaste el hogar.
Sabe, estés donde
estés,
que te nombro
alejándome después
¡por la tarde al
pasar!
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Encarnadino: de color encarnado bajo.
Laguna de borrajas: úsase en este caso como superlativo
figurado de la expresión “agua de borrajas” (cosa sin importancia).
Empumo: el mar.
Suasoria : relativo a la persuasión, o propio para
persuadir.
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