lunes, 12 de mayo de 2008

A MI NIÑA RECITADA

Te extraño,
pero extrañarte me produce daño

porque por más que no quiera perderte,
¿de qué sirve si no puedo tenerte?

¿De qué me sirve recordar tu rostro
si no puedo siquiera ver tus ojos?

¿De qué me sirve sentir lo que siento
si no me oyes decir cuánto te quiero?

¿De qué me sirve desearte cerca
para abrazarte con todas mis fuerzas

si mi angustia te vuelve más lejana
en cada hora tras hora que pasa?

¿De qué me sirve amarte sin epílogo
si no pueden sentirte mis sentidos?

Mi niña recitada, yo te extraño
como se extraña, sí... ¡lo más amado!