Cuenta el
Maestro Zhuangzi
que en una
remota época
el jovenzuelo
Zhu Pingman,
con su espada
y su riqueza,
se trasladó a
Zhili Yi
para
ilustrarse en la técnica
de matar a
los dragones,
las más
pavorosas bestias
que estremecían
Zhongguo
ya por agua,
cielo o tierra.
Y hallándose
en la ciudad
a un ducho
maestro encuentra
que en el
arte de matar
a los dragones
le entrena.
El joven Zhu
con su espada
en todo
tiempo se adiestra,
que ni
siquiera en comer
repara su
vehemencia.
Y mientras se
perfecciona
día y noche
en la materia
piensa que al
mismo longwang
le cortará la
cabeza.
¡De seguro
que al peng lai
lo conducirá
su gesta
y entre los
ocho inmortales
como un
inmortal viviera!
Zhu Pingman,
espada en mano,
parece una
marioneta,
¡da brincos
de saltimbanqui
y por el
suelo da vueltas!
Al cabo de
varios años
y casi ya sin
riqueza
se despide
del maestro
y se lanza a
la faena
de encontrar
algún dragón
al que su
espada acometa.
Anduvo de
norte a sur,
exploró ríos
y cuevas,
del este al
oeste fue
por desiertos
y praderas.
Preguntó por
los dragones,
ninguno le
dio respuesta
o simplemente
movían
de un lado a
otro la cabeza.
Anduvo y
anduvo así
y no encontró
ni siquiera
a Li, el
dragón del pantano
¡que no tiene
cornamenta!
Para su
desilusión
la búsqueda
fue superflua,
no encontró
dragón alguno
en que probar
la experiencia.
Y así el
Maestro Zhuangzi
dijo como
moraleja:
nosotros nos
preparamos
para matar a
la bestia,
¡y nos zampan
las hormigas
que nuestra
atención ni observa!
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Zhuangzi: (S.
IV a.C) Místico, moralista y reformador social que sobresalió por sus metáforas
poéticas. Predicó la Inacción y señaló la inutilidad de las cosas útiles.
Es el mismo
que al soñar que era una mariposa, al despertar ignoraba si era un hombre que
había soñado que era una mariposa o bien era una mariposa que soñó que era un
hombre.
Zhongguo = China,
el Imperio Central (Zhong: centro – Guo: país, imperio).
Longwang = el
Rey Dragón.
Penglai = el
Paraíso, una fabulosa isla encantada en el Mar de China.
Los ocho
inmortales= legendarios personajes que podían realizar muchos prodigios como,
por ejemplo, resucitar a los muertos, hacerse invisibles y separar el alma de
sus cuerpos.