Al amparo de la noche
la acompaño hasta su casa
y una luna resplandece
en su rostro de zagala.
Frente a una reja roída
por las edades que pasan
se detuvo temblorosa
con un rubor en su cara.
La pálida y casta luna
con vergüenza nos miraba.
Un aire de primavera
en la noche se escanciaba.
Nos miramos a los ojos
para no decirnos nada,
porque para aquel instante...
¡eran vanas las palabras!
la acompaño hasta su casa
y una luna resplandece
en su rostro de zagala.
Frente a una reja roída
por las edades que pasan
se detuvo temblorosa
con un rubor en su cara.
La pálida y casta luna
con vergüenza nos miraba.
Un aire de primavera
en la noche se escanciaba.
Nos miramos a los ojos
para no decirnos nada,
porque para aquel instante...
¡eran vanas las palabras!
6 comentarios:
entiendo, aquí es donde quedasteis la noche anterior para veros en el patio.
Dos poemas en el día. Estás pletórico.
Te veo en la entrada anterior.
Pues así es, mi estimado Samuel...!
Un poema precede al otro, como en una historia por capítulos.
Gracias por pasar, amigo mío.
ohhhhhh, pero que bonitoooo, me encantan los poemas así de breves y que son capaces de llegar tan bien a la gente.
Un beso amigo.
Gracias, mi querida amiga...!
Siempre es un gusto verte pasar, y disfrutar, por supuesto.
Cariños enormes.
Me parece estar leyendo esos grandes clásicos del romanticismo del siglo XV, y te felicito por izar la buena poesía en estos versos.
Un fuerte abrazo Estoic.
Anna Francisca
Hola, Tutti...!
Me place sinceramente que hayas pasado y disfrutado de estos versos asaz románticos.
Muchas gracias por tus felicitaciones y recibe, en retribución, mi saludo más afectuoso.
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