Octubre, 1849
Abro los ojos y
descubro el pálido
semblante que el
espejo muestra,
rostro carente de
expresión, escuálido
¡cara siniestra!
Miro mi mano y
sus falanges flacas
y el pánico me
arredra todo,
¡dedos erguidos
como cinco estacas
tintas en lodo!
Sombras revuelan
cuales aves torvas
encima de mi
lecho mismo,
temo que vienen
con sus garras corvas
¡desde el abismo!
Claro me anuncia
su llegada el viaje
postrero que en
mi vida haré,
¡polvo que vuelve
a su esencial linaje
sólo seré!
«¡Vénganse, sombras, porque yo las creo
hallándose febril
mi frente!
¡Son proyecciones
de mi cuervo feo
únicamente!»
Danza macabra en
su despliegue incluye
la sombra de mi
cuervo oscuro,
nada de todo lo
que soy influye
¡vuela seguro!
«Vamos, poeta» en su graznido emite,
graznido que a la
vez retumba.
«Vamos, poeta» pertinaz repite
«¡Siente la tumba!»
«Siento la tumba» le respondo entonces,
«cual siento que me quedan días,
horas acaso, pero
no desgonces
¡horas tan mías!»
«Deja que parta y a mi modo, soy
el dueño de mi
propio albur».
«Déjote, Poe, pero sólo hoy
dígote ¡agur!».
«Viajo y mi vida llegará a su fin
y mi obra pasará
nomás»,
y oigo de pronto
crascitar al ruin:
«¡Eso jamás!»
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Desgonzar=
desencajar, desquiciar